El hombre que revolucionó la bateria

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“La música es un combate; toda música tiene que ver con la historia. Pero la música es, sobre todo, una danza que expresa nuestro ser. A veces no hay mensaje, ni hay misión, simplemente porque no hay sólo luchas en la vida. Están mis hijos, y las mujeres bellas que se cruzaron en mi camino, y esa libertad hecha de disciplina y de ternura que atraviesa la música. Eso que ustedes llaman jazz es un arte ilegal inventado por los crápulas, los contrabandistas, los rebeldes”, decía Max Roach en una entrevista realizada por la revista francesa Jazz Magazine en 1994. Tenía 70 años.
Formado en la Manhattan School of Music, iniciado en el bop a los 18, en el Minton’s Playhouse y en el Monroe’s Uptown House (donde era el baterista estable) y junto a Charlie Parker y Dizzy Gillespie, su gran maestro fue Kenny Clarke, a quien escuchaba con admiración y de quien trataba de aprender cada una de sus maneras. Debutó en el disco con Coleman Hawkins y, para 1945, ya era uno de los motores insustituibles del movimiento bop. “Veo el racismo como una bendición”, dijo alguna vez. “Si ese horror pudo producir a Louis Armstrong, Bessie Smith, Dizzy Gillespie, Kenny Clarke y Charlie Parker, tenemos que estar agradecidos.” Creador de M’Boom, un grupo integrado exclusivamente por percusionistas, interesado por el hip-hop y siempre alejado del papel de leyenda viva, se mantuvo activo casi hasta el final. En 1990 dijo al New York Times: “No se puede escribir el mismo libro dos veces. En tanto todo lo que he hecho ha estado inmerso en situaciones musicales históricas, es imposible que vuelva atrás y lo haga de nuevo; y es precisamente porque transito por crisis artísticas que mi vida es interesante”. Y es que quien murió fue, además de uno de los nombres imprescindibles de cualquier enciclopedia del jazz, un hombre con una vida –y con una música– interesante.

1 comentarios:

Comment by Tom on 4 de noviembre de 2008, 10:35

Gran Nota Tom!

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